Me reuní a tomar una copa con un amigo
en Los Ángeles recientemente y puse mi teléfono sobre la barra mientras
pagaba. El cantinero se inclinó a mirarlo, examinándolo con curiosidad.
“Eh,” dijo después de un rato. “No sabía que la gente todavía usaba
esos.”
“¿Qué es eso?” Una joven se inclinó a verlo.
“Este tipo todavía tiene un Black Berry,” dijo él, enseñándoselo a todos. Ella también lo miró, y entonces se echó a reír.
En la era del teléfono de pantalla táctil, los dueños de los BlackBerry, como he descubierto, afrontan un oprobio público
similar al de los temerarios que conducían autos Skoda en los años 80, o
los que tenían fe en las grabadoras de video Betamax mucho después de
que fueron suplantadas por el formato VHS. En poco tiempo nuestro
teléfono se ha convertido en un hazmerreir, un arquetipo del mal gusto –
una reliquia para los perdedores en la era de las aplicaciones, rápido
acceso móvil al Internet y teclados de pantalla táctil.
A pesar de que BlackBerry ha modernizado sus productos – y que sus últimos aparatos generalmente reciben reseñas positivas – se ha quedado atrás de su competencia, mayormente el iPhone de Apple y la multitud de aparatos Android.
Ahora escuchamos que está explorando “alternativas estratégicas” –
esencialmente invitando a los compradores a liberarla de su miseria.
Como decía un titular del Financial Times la semana pasada: “A veces lo mejor que puede esperar una compañía es la muerte.”
Los problemas de BlackBerry son múltiples.
Se demoró en adoptar las pantallas táctiles, parcialmente porque a los
72 millones, más o menos, de dueños de BlackBerry (yo incluido) les
gustaba el teclado físico y escribir largos correos electrónicos en una
pantalla táctil es diabólicamente difícil. Pero su tienda de
aplicaciones está baja de inventario y no es fácil de usar. Otro
problema es que a los modelos viejos, como el mío, les cuesta trabajo
echar a andar la mayoría de las aplicaciones.
Pero posiblemente el problema mayor que
afronta es que los consumidores ya no lo ven con buena cara. Ha perdido
su caché y ningún tipo de remiendo va a poder restaurarlo. BlackBerry ya no es cool.
Perder el cool puede ser devastador para
una marca, particularmente en una era cuando las opiniones se pueden
compartir instantáneamente en línea con un público global. Tengamos en
cuenta MySpace, que fue una vez la red social más “hot” que había, usada por las agrupaciones musicales del momento, alabada por su joven público y mencionada en películas.
En cuestión de meses, la percepción del
sitio cambió irrevocablemente entre los jóvenes consumidores. Una red
social más cool, más fácil de usar – Facebook – había nacido: MySpace
resultaba achacosa y lenta en comparación y, por si fuera poco, había
sido adquirida por News Corp, un conglomerado de los medios de
comunicación que nunca había estado asociado con lo último en la moda o
en las tendencias. MySpace ya no era cool, su público lo abandonó en
masa y nunca se recuperó.
A veces hay factores externos que hacen
que una marca ya no esté de moda. Hace una década, los gigantescos,
tragadores de gasolina, los jeeps Hummer eran lo máximo del cool,
popular entre choferes americanos de cierta disposición. Pero una
creciente preocupación por el impacto sobre el medio ambiente de
vehículos como los Hummer – y una brusca alza en el costo de la gasolina
– hizo frenar el crecimiento de la marca. Cayeron las ventas, los
consumidores se mudaron a vehículos de consumo energético más eficiente
y, en 2010, el dueño, General Motors, dijo que iba a terminar la producción.
Por supuesto, algunos consumidores creen
que es cool ser obviamente no cool. Un artículo sobre la abstención de
los medios sociales publicado el año pasado por Laura Portwood-Stacer de
New York University, notó: “El rechazo de los medios es una manera de
convertir el estilo de vida diario en un sitio de resistencia contra la
poderosa, normativa fuerza de la cultura del consumo de los medios.”
Pero a otros consumidores no les importa si las cosas están de moda. Aproximadamente 2.5 millones de hogares en los EEUU
todavía entran al Internet con una conexión de acceso telefónico AOL,
en vez banda ancha. Algunas de estas personas no pueden costearse una
mejora, otros podrían estar en áreas rurales donde la banda ancha no
está disponible. Pero muchos simplemente están felices en mantener el status quo, a pesar de la velocidad glacial.
Yo me incluyo en esta categoría con mi BlackBerry.
Tiene una pantalla táctil además de un teclado, pero ésta
frecuentemente se congela. Sé que debo cambiar a un teléfono mejor
equipado pero, como esa gente que siguen con su conexión de acceso
telefónico al Internet, simplemente no encuentro la fuerza de voluntad
para hacerlo.
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